La aplicación de fertilizantes a la caña de azúcar es una labor de suma importancia, para lograr que los cañaverales logren crecer correctamente y cumplir todos los pasos de la etapa de crecimiento, dijo Luis Alonso, técnico de la Sección Suelos de la Eeaoc.
Esta labor debe ser realizada adecuadamente, cumpliendo pasos importantes y que luego vaya acompañada de buena humedad en los perfiles de suelo y un adecuado manejo de las malezas: a) Se recomienda aplicar la dosis adecuada del fertilizante para cada tipo de suelo y producción esperada; b) Debe usarse la fuente más efectiva y económica, e incorporarlo en ambos lados del surco; c) El momento oportuno es a partir de la segunda quincena de octubre y hasta la primera quincena de noviembre.
En el caso de emplear biofertilizantes, se recomienda reducir la dosis al 50% y aplicar sobre el follaje 10 l/ha. En caña planta se recomienda aplicar 10 l/ha de biofertilizantes o 1,5 a 2 kg/surco de urea. Además, hay que evitar realizar las aplicaciones en forma tardía y con mayores dosis a las recomendadas para cada caso.
Cañaverales sin quemar
Un aspecto positivo es la poca frecuencia de cañaverales quemados lo que, comparado con la zafra pasada, representa un notable avance tanto por los beneficios sobre la calidad de la materia prima, como por los menores efectos negativos del fuego y el humo sobre el ambiente y la población, dijo Jorge Scandaliaris. Para que esto último ocurriera fue importante la ausencia de heladas y un mayor grado de conciencia sobre la necesidad de no usar el fuego.
Los productores que finalizaron su cosecha están pensando en el nuevo ciclo de crecimiento. Hay que destacar que la renovación de los cañaverales fue superior al año pasado, por lo que los lotes dañados por la sequía recuperarían su capacidad productiva. El ambiente seco por la falta de lluvias, positivo para culminar la zafra y moler la materia prima disponible, es negativo para las “cañas plantas” que están en los estadios iniciales, sufriendo la falta de humedad adecuada en los suelos. Por eso, y ante la primavera seca, es importante conservar la cobertura vegetal que queda después de la cosecha, ya que limita la evaporación y conserva la poca humedad que puedan tener los suelos.